Es irrelevante entender el punto de la trama aquí porque Teshigahara ofrece algo así como su un condamné à mort s`est echappé, aunque atravesada por varios conflictos: entre lo masculino y lo femenino, entre la ciudad y los pueblos, entre las clases explotadoras y los oprimidos, pero ninguno de estos choques concluye en algo sofisticado o simple: solamente pasan. La razón más grande para ver la película es, más bien, la expresión visual de la sed, erótica y literal, en planos en los que resplandece un agua invisible alrededor del protagonista o la arena se desliza sobre sí misma como los dedos de él sobre la piel de quien se va convirtiendo en su esposa. Ella responde en una escena de baño en la que el jabón en sus manos espumosas se esparce sobre la espalda de él, que parece convertirse en la arena interminable en la que habitan. A partir de la sensación, Teshigahara demuestra su interés en los cómos, mucho más importante que pensar en los porqués.
Fuente: Letterboxd de Alonso Díaz de la Vega |